jueves, 31 de julio de 2014

Jornada sobre Terapias Avanzadas Fundación SERMES




Para aquellos que desconozcáis la labor realizada por Fundación Sermes, contaros que esta entidad trabaja desde el año 2012 en la integración de personas con discapacidad en el mundo laboral a través de la formación, así como en la potenciación de la investigación clínica en aquellas materias que aporten valor e innovación a la sociedad.

Dentro de las muchas actividades organizadas, el próximo 8 de octubre de 2014, a través de la “Cátedra UAM-Fundación Sermes para el estudio de la discapacidad de causa neurológica”, organiza una Jornada sobre Terapias Avanzadas en la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto Carlos III, en la que participan grandes expertos en el tema (nacionales e internacionales).






La inscripción se puede realizar a través de www.fundacionsermes.org o enviando la solicitud a info@fundacionsermes.org 

Para más información:


Fundación Sermes


C/ Rufino González, 14 
Escalera 1ª- 2º Dcha 
28037 Madrid 

Telf. +34 91 375 69 30
Fax. +34 91 375 69 31
info@fundacionsermes.org








miércoles, 30 de julio de 2014

¿Qué es W.I.P.?




Esta archifamosa era digital que vivimos ha aportado a la opinión pública interesantes debates que, incluso, en algunos casos han desembocado en airadas controversias respecto al uso y el abuso de las Nuevas Tecnologías de la Información en nuestra vida cotidiana. Una de las polémicas suscitadas se refiere a la utilidad y limitaciones de Internet a la hora de acercar hasta los usuarios información veraz y de auténtica utilidad.

Esta situación se agrava en cuestiones que afectan especialmente a la salud (mental, física, psico-emocional, etcétera) y al bienestar directo de los usuarios.

Sabemos de situaciones en las que a tan solo un “clik” se puede acceder a remedios, consejos y comentarios diversos que provienen de la autoría de personal no cualificado y que con cierta impunidad vierten en la red “residuos” informativos de pésima calidad, disfrazándose de web – sites profesionales, que incluso adoptan el aspecto de portales especializados, insertando logotipos, publicidad y referencias que aparentemente aportan fiabilidad técnica. ¡¡¡Nada más lejos de la realidad!!!

Sabemos de lo vulnerables que todos podemos ser en determinados momentos de crisis o alerta, circunstancia que aprovechan aquellos amigos del intrusismo y que favorece el hecho de que proliferen estas páginas web en las que podemos encontrar una auténtica amalgama de contenidos incoherentes.

Así no es difícil dar en la red con portales en los que conviven secciones tan dispares y tan inverosímiles como que en una misma dirección se incluya un apartado que recoja “remedios para curar su depresión” al mismo tiempo que un banner anexo ofrece “soluciones para combatir las manchas de aceite”.
Esta falta de rigor no facilita en absoluto la erradicación de conductas contraproducentes y dañinas que pueden llevar a una persona desesperada, indecisa o sin apoyos a tomar una de estas engañosas vías de sanación, frente a la opción más recomendable de contactar con un verdadero profesional del sector.

Precisamente para facilitar la puesta en relieve de iniciativas sustentadas por la práctica ética y con el objeto de reforzar la labor rigurosa de los profesionales de la psicología y la salud mental, la Asociación Mentes Abiertas (Madrid) conformada por un nutrido grupo multidisciplinar, trabaja desde hace tiempo, entre otras muchas y amplias cuestiones, en facilitar “supervisión en la red para ofrecer mayores garantías a los usuarios” en esta materia.


Este trabajo ha dado como resultado la creación del sello Web de Interés Psicológico (W.I.P.), cuya acreditación pueden obtener de forma gratuita y accesible aquellos profesionales colegiados que tengan a su nombre o al nombre de su centro alguna web en la que se dispongan contenidos relacionados con la investigación o la intervención.

De este modo, aquellos interesados en esta credencial que supone un ítem más de transparencia en la prestación de servicios y que vela por la calidad y la rigurosidad de la información que circula por Internet de ámbito psicológico, pueden contactar directamente con A.M.A. a través de las siguientes vías:


Asociación Mentes Abiertas

Av. de Filipinas, 18, bajo C. 28.003 Madrid.

91 007 43 89 


jueves, 24 de julio de 2014

El amor en la relación terapéutica

Entrevista a José Zurita Díaz, Director del Instituto de Psicoterapia y Formación GALENE


“Cuan­to mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz.”

Dalai Lama

 





A Pepe Zurita le conocí por primera vez a través de mi admirando y siempre querido Jesús Manuel Mena Mejuto. Jesús, me habló de él con ese entusiasmo que le caracteriza, y con todo el alma que se puede poner a la hora de presentar a una persona a la que se respeta y aprecia.

Jesús hace que me sienta como una niña pequeña a su lado, pues siempre me regala, agasaja y ofrece mundos nuevos por explorar. El mero hecho de que me hablase de Pepe y de Macarena Chías, hizo que de forma automática se despertase mi interés por dos figuras que con el tiempo he podido percibir, como lo que son, dos referentes imprescindibles en el ámbito de la Psicoterapia Humanista Integrativa, dentro y fuera de nuestro país.

La buena reputación del Instituto GALENE de Psicoterapia y Formación, dirigido por ambos, rebasa nuestras fronteras, conocido como uno de los epicentros del estudio y la investigación de esta corriente de intervención y crecimiento personal.

Hace poco más de un mes tuve la oportunidad de acercarme hasta allí y participar en uno de sus talleres de iniciación a la Psicoterapia Humanista Integrativa, así conocí los principios teóricos en los que se basa la intervención que se hace desde la Psicoterapia Humanista Integrativa y de vivenciar en primera persona una sesión de terapia de la mano de Macarena, a quien desde aquí agradezco su cuidado, delicadeza y sensibilidad, capacidades que admiro profundamente en un profesional de la intervención.

A medida que he sabido más de este enfoque, las preguntas no han parado de surgir; esta entrevista nace de la curiosidad más absoluta, del interés y de las ganas por dejarme sorprender.

Cuando tengo la oportunidad de ponerme frente a alguien que tiene tanto por enseñar, del que tengo tanto que aprender, alguien de la altura de Pepe Zurita, me nace la tentación de dirigirle todo tipo de cuestiones relacionadas con su experiencia, esperando obtener algo más de la información que aparece reflejada en una tarjeta de visita, o de la que se recoge en un curriculum - en este caso admirable y extensísimo -, siempre espero llevarme de cada persona un tesoro, algo único, y en este caso era complejo, pues Pepe ha protagonizado numerosas entrevistas, firmado decenas de artículos, e inspirado a cientos de profesionales a lo largo de toda su larga trayectoria. A tenor de esta explicación, mi sensación es de haber conseguido mi premio, de haber conseguido lo que buscaba.





Así, lanzándome a una piscina virtual (nunca mejor dicho en esta época estival), le formulo las siguientes preguntas, abusando de su inmejorable disposición y sobre todo, de su buen criterio y excelente intuición:

S.F.: ¿Cuáles fueron tus inicios en el ámbito de la psicoterapia? ¿Existe algún episodio especialmente significativo en tu vida que determinase finalmente tu ánimo por dedicarte profesionalmente a la intervención psicoterapéutica?

P.Z.: Comencé a trabajar como médico en una Comunidad Terapéutica de Toxicómanos y me di cuenta de que los ingresados allí, más que medicinas necesitaban otras cosas que yo intentaba darles sin tener formación y aquello me llevó a comenzar a formarme.

S.F.: Todos tenemos al menos un referente, una persona que influye a la hora de tomar nuestras decisiones – directa o indirectamente - y nos predispone a optar por un camino u otro. ¿Podemos hablar de alguna persona en especial que te inclinase hacia este campo? ¿Quién es el referente de Pepe Zurita? ¿Y por qué?

P.Z.: El primer profesional de la psicoterapia del que dije “yo de mayor quiero ser como tú” fue George Kohlrieser, un transaccionalista estadounidense que me formó en Psicoterapia Integrativa y me mostró un camino de amor en la relación de ayuda.

S.F.: ¿Cómo se elige una visión tan específica como la Psicoterapia Humanista Integrativa?

P.Z.: Yo me formé primero en Análisis Transaccional, después en Gestalt, Psicoterapia Integrativa, Sistémica, etc. y fui trabajando con mis pacientes y poco a poco elaborando un método propio basado en el trabajo emocional profundo a través del Duelo al que llamamos Psicoterapia Humanista Integrativa cuando decidimos crear una escuela enseñarlo a otros profesionales, de aquello hace más de 19 años.

S.F: ¿Tienes a veces la sensación de que decantarte en exceso por este modo de entender y abordar la psicoterapia, puede hacer que dejes en el camino otros enfoques igual de interesantes? ¿Qué hace de esta rama de la psicoterapia su mayor atractivo?

P.Z.: Lo maravilloso que tiene la PHI es que integra las diferentes teorías, técnicas y estrategias terapéuticas que vas aprendiendo con lo que no te decantas por una, sino que vas evolucionando en tu forma de trabajar, siempre desde la PHI.



S.F.: Cuando te pones frente a un grupo de alumnos, en su mayoría profesionales de la psicología, la psiquiatría o la medicina ¿Qué dudas o preguntas te suelen formular respecto al enfoque Humanista Integrativo? ¿Cómo explicarías a alguien que quiere iniciarse, los pilares más relevantes de esta corriente?

P.Z.: Desde lo teórico podríamos decir que los cuatro pilares básicos son el Análisis Transaccional, la Gestalt, las psicoterapias corporales y el proceso del duelo terapéutico. Desde otra perspectiva podríamos decir que la clave fundamental de nuestro enfoque es el Amor en la Relación terapéutica, ya que estamos convencidos de que lo que cura es el vínculo y la protección amorosa que proporciona la Relación Terapéutica es fundamental para poder trabajar a nivel emocional profundo.

S.F.: ¿Qué competencias destacarías en un psicoterapeuta como para que personalmente pudieses recomendarlo? Estas cualidades... ¿Son las mismas que buscas en tus alumnos como sinónimo de calidad y ética?

P.Z.: El ser buena persona, honestidad y capacidad empática. Tener deseo de ayudar a otros desde el corazón, ser solidario, ético y responsable, y sobre todo hacer una buena terapia personal para resolver con honestidad lo más posible los conflictos del pasado.

S.F.: Desde tu experiencia, ¿Cuáles son los principales miedos a los que se enfrenta un alumno una vez ha concluido su formación como paso previo al ejercicio de esta profesión?  De igual modo... ¿Qué aspecto consideras es lo más privilegiado de ejercerla?

P.Z.: Se da con frecuencia entre los psicoterapeutas que empiezan, el miedo a quedarse en blanco, a no hacerlo bien, a no estar suficientemente formado, etc. Yo pienso que nuestros alumnos que terminan su formación con nosotros y aprueban, están capacitados para comenzar a ver pacientes de una forma profesional. Con miedo sano pues es una profesión de mucha responsabilidad pero con la claridad de que lo pueden hacer muy bien si se dejan fluir, confían en ell@s y son honestos en sus emociones.

Con respecto a lo más privilegiado para ejercer la PHI, diría que la honestidad emocional, la capacidad de amar al otro incondicionalmente, el ser uno mismo y confiar en ti mismo, en el otro y en el mundo.

S.F.: A modo de reflexión … ¿Cómo te sientes más a gusto, en tu faceta de psicoterapeuta, en la de formador, en la de director de un centro como “GALENE”…?

P.Z.: Me siento muy satisfecho de mi vida en general y de la profesional en particular. En los tres aspectos que me enumeras me siento muy bien y disfruto mucho con ellos. No podría ocultar mi profunda satisfacción al ver en lo que se ha convertido el Instituto Galene en estos 19 años de existencia y cada año, cuando se gradúan los alumnos de cada promoción y ver en lo que se han convertido me emociono profundamente. Es maravilloso poder acompañar a tantas personas a crecer y sanar desde el amor.

S.F.: Para concluir ¿Se puede afirmar que hay un momento en el que se han adquirido todos los conocimientos posibles de una disciplina o por el contrario siempre podemos seguir aprendiendo y renovándonos dentro del mismo enfoque?

P.Z.: Esta profesión, sin duda es de las de seguir toda la vida aprendiendo, evolucionando e integrando cada experiencia que vivimos en nuestro ser, consiguiendo cada año que pasa ser mejores profesionales y mejores personas. Os animo a elegirla como una forma maravillosa de vivir la vida.



Desde estas líneas no quiero dejar pasar la oportunidad de dar de nuevo las gracias a Pepe Zurita, a Macarena Chías y a Jesús Manuel Mena por acercarme a este enfoque al que en las últimas semanas no dejo de asomarme; gracias por darme la oportunidad de conoceros, de disfrutaros y de tomar prestado algo de vosotros. Miles de gracias Pepe, por ser tan grande y a la vez tan accesible, cercano y colaborador, por tener siempre una sonrisa cuando he hablado contigo, por la paciencia con mis tiempos, por todo lo que transmites...GRACIAS!!!




Si os habéis quedado con ganas de más, a Pepe Zurita le podéis encontrar en el Instituto de Psicoterapia y Formación GALENE:

Dirección: C/ Alba, 17 c.p - 28043 (Madrid).

Tel: 91 759 78 20

Además, Pepe Zurita es autor y co-autor de diferentes títulos que podéis encontrar en el siguiente enlace:

De igual modo os sugiero que os registréis de forma gratuita en la revista electrónica del centro, denominada BONDING, siempre repleta de artículos muy interesantes y altamente recomendables.



sábado, 5 de julio de 2014

La cultura del compromiso, la cultura de lo social

Entrevista a la psicóloga social, Ana Higueras Santander


“La aceptación de lo que ha pasado es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”

William James (filósofo y psicólogo – EE.UU.)

Hace años, cuando colaboraba en diversas publicaciones, siempre acudía a las entrevistas acompañada de una pequeña grabadora, una reliquia heredada;  así, esta secretaria accidental me apuntaba aquellos detalles sobre los que más tarde descubrí que nunca prestaba atención. 

Desde que escribo este blog me permito el lujo de hacer aquello que me apetece, cuando me apetece, sin mayor mandato que el mero gusto por disfrutar. En esta entrevista que os presento a continuación me quedo con la cercanía, con el pulso de mi bolígrafo PILOT de tinta azul al que tanto debo, con el testimonio, con el “yo” de verdad en primera persona, con el tono y la palabra. Descubrí que nadie, ninguno, pasamos con éxito el examen del tiempo, y que las opiniones, a veces, como diría “Juan Perro”, son huellas sonoras que pueden llegar a anclarnos; sea este un alegato a la suelta de lastre, al apego consciente en el que cuento con una compañera de viaje excepcional para la ocasión.

Desde hace tiempo tenía ganas de sentarme a hablar con Ana Higueras, pues es una persona que siempre me ha despertado mucha curiosidad; nada mejor para mi inquietud hedonista, que utilizar este blog a modo de excusa, para compartir con ella conversación y una mesa en el Café del Infante de Villaviciosa de Odón.

Ana es el sueño de todo entrevistador, pues ninguna pregunta queda sin respuesta; tiene el don de responder desde la reflexión profunda pero inmediata, conjuga esa espontaneidad que los puristas detestan, pues habla desde la honestidad y el corazón, desde la improvisación y la sinceridad en estado puro.

Me sorprende que muchas de las personas con las que Ana se relaciona en este ir y venir que es la vida, desconocen la verdadera vocación y profesión de esta Psicóloga Social; sus múltiples y conocidas incursiones en la prensa local  - actualmente en la revista editada por la Asociación Cultural ACUA – han hecho que se la identifique con la función periodística en algunos sectores, más que con la intervención social; de ahí que casi casi, Ana me permita el privilegio de poder “presentarla” a aquellos para los que es una gran y pública desconocida.

La entrevista comienza en 3,2,1…





S.F.: ¿Cómo y en qué momento tomas la determinación de estudiar Psicología y dedicarte a ella profesionalmente?

A.H.: Considero que casi soy psicóloga de nacimiento, aunque decir esto sea contravenir lo políticamente y personalmente correcto; psicóloga en el sentido de que si algo me ha interesado siempre han sido las reacciones y los comportamientos, psicóloga social en cuanto que me atraen especialmente las influencias de los grupos y los comportamientos colectivos o del individuo ante una presión pública.  Unido a esto, bastante gente ha acudido a mí a lo largo del tiempo a contarme sus inquietudes  y a pedirme opinión, lo que, además de satisfacerme enormemente, me hizo entender que por ahí iba mi vocación.  A esto me refiero al “de nacimiento”, no a que la psicología sea una capacidad. Aún así, como siempre tuve muy buenas notas, empecé a estudiar Derecho y Empresariales en ICADE –tal vez fruto de expectativas autoimpuestas y deseabilidad social, variables muy a tener en cuenta desde la Psicología Social-, pero tras dos años entendí que lo que me llama, lo que soy, lo que me completa, es el contacto con el otro, la necesidad de explicación y entendimiento, y, más allá, el poder extraer teorías generales de comportamientos concretos; Esto me ha hecho descubrirme como una “observadora del mundo”, una analista dispuesta a sacar conclusiones de los patrones repetidos en los comportamientos humanos.

S.F.: ¿Por qué la psicología social y no otro campo de actuación?

A.H.: Es una cuestión de interpretación de la realidad cotidiana, de forma de mirar el mundo. Te voy a poner un ejemplo: cuando era pequeña y me encontraba algo en la calle, miraba a un lado y a otro en vez de cogerlo, pues siempre pensaba que alguien lo había dejado allí para observar los comportamientos de quienes pasaban. Una vez, incluso, me llené la mano de pintura al “desafiar” un cartel de recién pintado en un banco, pues estaba convencida de que se trataba de un montaje para comprobar si la gente creía todo lo que se le indicaba… esta orientación natural engarza de lleno con los clásicos experimentos de la psicología social, con teorías relacionales e influencias, dando un énfasis importante al entorno. Además, en lo referente a la clínica de manera estricta, admiro a quien se mueve en este ámbito, ya que yo me siento bastante menos capaz:  siempre he tenido el mismo temor a las etiquetas, a los juicios clínicos y a los veredictos (tampoco podría ser juez); los diagnósticos, el poner un nombre a un trastorno, a una situación de crisis, me parece que determina el comportamiento y la realidad (si eres “x” tiendes a comportarte  como “x” y los demás te tratan como tal) Siempre me he visto más identificada con la posibilidad de facilitar a la gente su interacción con el mundo, más capaz de interpretar el mundo en clave de reciprocidad, más segura en la intervención y disección de realidades compartidas que se influyen mutuamente.

S.F.: Dentro del campo que elegiste, ¿cuál es el enfoque con el que más te identificas?

A.H.: Siempre he sido un poco ecléctica, muy de quedarme con un poco de aquí y un poco de allá; en mi día a día, fuera del ejercicio profesional, hay quien me denomina “verso suelto” en cuanto que no “rimo” ni con unos ni con otros. Esto se debe a algo muy psicológico, como es el mundo de las categorías, de los estándares, de las etiquetas como facilitadores vitales. A mí, en la vida y en la psicología, no me gustan las adscripciones a ultranza, porque no hay nada (no sé si por suerte o por desgracia) que me convenza 100%. De este modo, el enfoque de la carrera fue eminentemente cognitivo-conductual, con pinceladas de otros paradigmas clásicos, aunque en la especialidad de social ya nos adentramos más en otros métodos, tendencias y prismas, sobre todo en el análisis de los temas que ciertamente me apasionan (atracción, actitudes, prejuicios, expectativas, estereotipos, socialización, grupos, comunicación…) Después de terminar la carrera me formé en terapia familiar sistémica, enfoque que pone el énfasis en los procesos comunicacionales del sistema, y donde el tradicional paciente, el “paciente designado”,  no es sino parte de una dinámica disfuncional, una pieza que habitualmente preserva con su conducta el sistema  cuya homeostasis corre un riesgo: como ya he repetido, me apasionan las relaciones, sus mecanismos, sus influencias. Actualmente estoy cursando el máster de mediación familiar, y sigo sintiéndome incapaz de adscribirme a una corriente psicológica en concreto:  me quedo con algunas explicaciones psicoanalíticas, con ciertos métodos gestálticos, con teorías del análisis transaccional, con la esencia de la teoría de sistemas, con la aplicación comunitaria… creo que en psicología es relevante la observación, la comunicación y la empatía: saber qué necesita, qué espera y qué puede funcionar con tu “cliente”, ya sea una persona o una comunidad.  Aún así parto de la idea de que todas las corrientes son dignas de tenerse en cuenta, todo lo que sirva es válido, todo lo que funciona, bienvenido sea. Esto es algo así como cuando en medicina el profesional decide si recetarte ibuprofeno o paracetamol, puede que incluso se aventure en el uso de homeopatía o de acupuntura,  y tú tienes claro que él es quien sabe qué herramienta es la adecuada.  El  problema que veo es que la nuestra es una disciplina muy denostada, siempre se nos cuestiona, sigue habiendo cierta reticencia a ir al psicólogo y aún resulta necesario erradicar creencias de que esto es como hablar con un amigo o frases hechas del estilo “es que soy medio psicólogo”, porque yo no soy medio arquitecto, o “yo es que tengo mucha psicología”, ya que a nadie se le ocurre decir que tiene mucha ingeniería.

S.F.: Dentro de las funciones que desarrollas a diario ¿en cuál de ellas te sientes más cómoda?

A.H.: El papel de un psicólogo social en un centro de Servicios Sociales de atención primaria, esencialmente, se centra en la  investigación, planificación, evaluación y diseño de programas, en definitiva en testar la realidad, diseñar cómo y en qué intervenir. Se trata de relacionar las demandas individuales con las demandas de la población general, priorizar, definir e intervenir junto al resto de agentes sociales y optimizar recursos. Me gusta mucho la parte de planificación y análisis, pero ciertamente en tiempos de crisis y cambio, cuando los recursos son limitados y las demandas varían, esa parte de prevención e intervención social se ve relegada a un segundo plano por la urgencia de situaciones de mayor inmediatez y urgencia que hacen destinar la gran parte de los recursos disponibles a paliar situaciones de subsistencia y primera necesidad, por lo que se tiende a preservar aquellos programas que se sabe que son necesarios y que funcionan (mediación y terapia familiar, intervención con adolescentes…) Últimamente me doy aún más cuenta de la fuerza y la necesidad de la intervención comunitaria y grupal, de la potencia que tienen determinados espacios y dinámicas no solo a nivel inmediato de intervención o prevención (talleres de redes sociales con mayores, o de prevención de ciberbullying con adolescentes, por ejemplo), sino como lugares de captación de demandas y de detección de riesgos, pilares fundamentales en un diseño de intervención: la realidad siempre habla, hay que escucharla, es la que nos dice hacia dónde ir.

S.F.: En estos años, la crisis económica ha impactado de lleno en la vida cotidiana de los ciudadanos, desde tu experiencia ¿qué demandas os encontráis los profesionales de los SS.SS.?

A.H.: La crisis ha cambiado completamente la vida de todos, y no solo en la vertiente económica. Volviendo a la teoría de sistemas, y a mi optimismo irredento, voy a empezar con lo bueno: hace unos quince años, cuando yo empecé en esto, recuerdo que hicimos una campaña divulgativa de los servicios sociales municipales con el lema “de todos, para todos”, resumiendo la filosofía de la universalidad, de la “normalización”. Se trataba de romper prejuicios (“ahí van los pobres”, “eso es para los inmigrantes”) en pos de unos servicios globales y preventivos, incidiendo en campañas educativas, poniendo en marcha programas inclusivos (escuelas de padres, terapia y mediación familiar, talleres formativos) que además de responder a su objetivo sirvieran para que la población entendiese que los servicios sociales no son un recurso para determinados colectivos, sino una puerta a la que acudir a informarse, a proponer, a gestionar algo tan común como una plaza de residencia o una ayuda para nuestros mayores.  Aún así, ha sido “gracias” a la crisis cuando muchos han acudido por primera vez a servicios sociales, entendiendo entonces que no solo se trata de recibir un apoyo económico, sino que existe una intervención social mucho más compleja y global. Creo que ahora hemos entendido que esa línea imaginaria que servía de red y que nos hacía pensar que “a nosotros, no” ya no existe, y a todos nos puede ir mal en cualquier momento. El mundo se ha tambaleado a tal velocidad y para tantos que jamás lo pensaron que esa estigmatización de los usuarios de servicios sociales se ha caído por su propio peso, porque ahora eres tú, o yo, o tu madre… y entonces  entendemos que no es solo una ayuda económica o una gestión de dependencia, sino necesidad de apoyo psicológico, de mediación, de asesoría jurídica en temas sociales… La experiencia nos habla de una intervención integral: alguien acude a servicios sociales por una demanda económica y debajo subyace mucho más: la privación de empleo afecta a infinidad de áreas de la vida, al desarrollo personal, el autoconcepto, a la imposibilidad de tomar ciertas decisiones, a conflictos familiares y de pareja. Insisto en que uno de nuestros retos, un clásico, es terminar con la identificación de servicios sociales con la antigua beneficencia, y, de paso,  llevar todas estas sinergias a la relación de ayuda comunitaria. Para ello una de las competencias de los primeros contactos que mantenemos con las personas que acuden a nosotros, es la de mostrar apoyo, contención y la de aportar calma. La persona con la que se interviene, a menudo acusa vergüenza, desánimo e incluso culpa. Todos hemos vivido de cerca la vulnerabilidad en estos tiempos, antes era más común trabajar con familias más “cronificadas”, necesitadas a todas luces de una ayuda continuada; en la actualidad son las familias antaño “normalizadas”, las que conviven con realidades complejas. En definitiva los Servicios Sociales se han abierto a personas que antes era impensable que fuesen demandantes. Esto ha desmontado el mito, acuden a nosotros personas cuyos recursos han ido de más a menos. Esta es la razón por la que animo a las personas a que conozcan los recursos que les puede facilitar su propia comunidad, su entorno más cercano, que ante cualquier demanda social no duden en acudir a los servicios públicos en busca de apoyo y asesoramiento.
En estos tiempos toda una generación ha de recuperar la capacidad de creer, de volver a confiar, de crear iniciativas, de buscar aquello que verdaderamente quieren hacer, de ahí que opciones como el autoempleo, la innovación social, el emprendimiento cobren cada día más fuerza. Venimos de una época larga de inmovilismo en la que predominaban tendencias como la de buscar un trabajo para toda la vida, comprar una casa…todo esto ha cambiado. Ahora en cambio nos encontramos con situaciones impensables hace un tiempo, personas con patrimonio que no puede vender por las condiciones del mercado, y que en cambio no tienen trabajo y pasan por estrecheces y necesidades económicas. Aún así, como tiendo a ser una optimista irredenta, aunque en quienes más pienso al pensar en crisis es en esa generación de jóvenes que, enormemente formados, y recién acabados sus postgrados no encuentran trabajo aquí, también me quedo con alguna cosa buena, como el que esta generación saldrá adelante porque sin duda ha estudiado  por vocación, ya que hoy se tienen igual (de pocas) opciones de empleo siendo psicólogo o ingeniero industrial.

S.F.: ¿Qué iniciativa novedosa has conocido últimamente que te haya parecido interesante en el ámbito social?

A.H.: Me parecen interesantes muchas iniciativas, que con la que está cayendo haya personas que no pierden la vocación,  que aún sin trabajo en este ámbito y posiblemente en ningún otro, siguen vinculados a través de iniciativas solidarias, voluntariado… Creo en las iniciativas que consideran a la persona como agente de su vida, de su cambio, de su posibilidad; proyectos que se apoyan en el concepto de comunidad, la psicología del optimismo, la tendencia de mirar al futuro, minimizar lo malo y enfocar a lo positivo ensalzando lo bueno, propuestas que nacen desde las ONG y que apoyan a las personas sin recursos, todas esas campañas con pocos medios y grandes ganas que piensan global y actúan local, recurriendo a aquella famosa frase de los 60. Esto me lleva en contraposición a determinados “semi realitys” que me ponen los pelos de punta por el regodeo y la exhibición de las desgracias ajenas como forma de apelar a una solidaridad (real, existente, al igual que los problemas) a través de la pena… no creo que sea la forma, hay que incidir en derechos, en educación, en respeto, en conceptos de solidaridad versus caridad,  en el apoyo comunitario, y eso se hace mucho y muy bien, creo que en general hay mucho criterio y mucha formación, además de vocación, en el ámbito de la intervención social. De hecho el sector de las ONG está respondiendo de forma rápida, ya que al ser más flexible y dinámico que las administraciones puede amoldarse con mayor celeridad a las necesidades que van surgiendo en este proceso de cambio. Lo bueno de esto es que yo creo que la Administración en temas sociales no vive alejada de estos fenómenos y movimientos, sino que existe una gran colaboración y apoyo, por lo que se establecen dinámicas beneficiosas para el ciudadano.  Me parece también muy interesante y sigo con atención, todo aquello que ahonda en el hacer más con menos, en usar las redes sociales, las tecnologías, en definitiva todo aquello que facilita transparencia y acceso, intercambio. Creo que la clave está en la reflexión sosegada y en lo conjunto: sentido común y sentido de lo común.  

S.F.: Si pudieses empezar de nuevo ¿elegirías otra vez psicología?

A.H.: Sí, sin duda volvería a estudiar psicología, y aunque profundizaría en la dinámica de las relaciones humanas como pilar del entendimiento, especializándome quizá más en intervención directa, también  me orientaría más hacia la investigación, pues a veces el día a día no deja margen para la reflexión. Me encantaría, por otra parte, desarrollar la parte divulgativa de la psicología: creo que me sentiría cómoda y corren tiempos propicios para bajar a la arena, escuchar, compartir, investigar y luego plasmar, dejando al margen jergas específicas y vocabulario excluyente, escribiendo  desde y para el entendimiento.

Así es cómo he pasado una tarde con Ana, una tarde estival y agradable, con la única compañía de un magnolio mítico que ha presidido en todo momento nuestro encuentro… Así se ha desarrollado una conversación que parecía haber estado pendiente desde hacía años.

Ana Higueras Santander me ha dado espacio para entrevistar y también para hablar de esto y de aquello, y en especial del mundo apasionante que nos une y a la vez conecta con miles de personas que un día decidieron no estudiar Derecho ni Empresariales, y sí dedicarse a una profesión denostada, pero que como hace poco le escuche a la grandísima Macarena Chías, “sin duda alguna es la más bonita del mundo”.  

Si quieres saber más de Ana puedes encontrarlo en…

@AnaHiguerasS