Entrevista a
Gemma Esther Atienza Rodríguez, psicóloga clínica del Complejo Hospitalario
Universitario de Albacete, experta en la intervención con menores.
"Si la ayuda y la salvación han de llegar sólo puede ser a través de los niños.
Porque los niños son los creadores de la humanidad".
María Montessori (educadora y médico italiana)
Gemma Esther Atienza Rodríguez
Tras unos meses de sequía, me he planteado
salir por un tiempo del desierto, y para ello me he aferrado cual náufrago a
una entrevista que me apetecía hacer desde hace mucho, pues en su protagonista
se aglutinan dos de las cualidades que más me reconfortan dentro del ámbito de
la psicología: capacidad de análisis e intuición.
Gemma Esther Atienza Rodríguez, pertenece al staff
facultativo del Complejo Hospitalario
Universitario de Albacete, psicóloga clínica, desarrolla su
intervención en el tratamiento directo de menores.
De este modo, me ha parecido muy
significativo poder contar con su experiencia, justo en el momento en el que
tras el primer trimestre del curso escolar, muchos padres han sido llamados a
participar en tutorías en las que se les ha podido advertir del bajo desempeño
académico de sus hijos, o bien se les han trasladado, cambios decisivos en la
conducta del menor, falta de interés, apatía, etc.
Ante esta situación, la desesperación, la
falta de información en el ámbito de la salud mental de menores, y la soledad,
provocan el desánimo en las familias, que muchas veces no saben a quién
recurrir.
Aprovechamos pues esta entrevista, para
profundizar algo más en este campo, y para conocer de primera mano la
experiencia de esta psicóloga clínica, psicoterapeuta gestalt y profesional de
referencia para decenas de familias.
S.F.: ¿Cuáles fueron tus primeros contactos con
la psicología infantil y por qué captó tu atención un campo tan complejo para
la intervención – ya que ha de conllevar la aceptación y compromiso de las
familias-?
E.A.: Mi primer contacto con la salud mental infanto-juvenil,
fue durante la residencia de la especialidad clínica al rotar por una USMIJ y
desde el principio decidí que era con los niños y jóvenes y el abordaje con sus
familias con lo que yo quería continuar trabajando, precisamente por la
complejidad y riqueza que implica. Luego tuve la suerte de ser contratada como
sustituta en la USMIJ de Albacete y posteriormente mantuve mi plaza allí.
S.F.: A la hora de intervenir con menores, en un
campo tan sensible, sabemos de muchos profesionales que temen la “etiquetación”
y que se decantan por una evaluación más extensa frente a la categorización
concreta de la patología. Desde tu punto de vista ¿qué miedos suele tener el
profesional? ¿son distintos a la hora de intervenir con adultos? ¿la presencia
familiar a la hora de comunicar el resultado de la evaluación es una barrera
más a superar?
E.A.: Creo que hay diferencias en el posicionamiento
que los profesionales clínicos toman ante la categorización y diagnóstico con
menores en salud mental. Desde mi punto de vista, el diagnóstico siempre ha de
tenerse en cuenta, sin perder la amplitud y globalidad de aspectos
individuales, relacionales y circunstanciales que acompañan a cada caso.
Diagnosticar no tiene por qué implicar etiquetar siempre que se sea cauteloso
con la devolución que se realiza y en qué momento se realiza.
S.F.: Si hablamos de datos, un estudio reciente
sitúa los trastornos mentales de la infancia en el tercer lugar de prevalencia
respecto a las principales patologías que acusa la población española de entre
0 y 15 años. Así, se dibuja un escenario de casos, cuyo número es relevante y
que frente a otras patologías sigue en aumento ¿qué sensación te produce este
hecho?
E.A.: Desconozco datos actuales numéricos pero es
fácil observar en la cotidianidad de la consulta el aumento de la demanda. Hay
distintas hipótesis de cuáles son los aspectos que subyacen a ello y es
francamente complejo ya que si hablamos de salud mental se ponen en juego
múltiples factores (sociales, culturales, etc.) .Vivimos en constante cambio y
eso implica cambios también en la forma de ejercer la parentalidad,
la vivencia de los profesionales en contacto con la infancia de lo que es
patología y lo que no, la identidad que la sociedad da a la infancia y a
la adolescencia, etc.
S.F.: Algunos de los trastornos que se enumeran
en las consultas de salud mental infantil, son reacciones al estrés grave y a
trastornos de adaptación, alteraciones de conducta, episodios depresivos,
alteraciones hipercinéticas, ansiedad, etc. ¿Se corresponde este dato con tu
experiencia profesional en consulta?
E.A.: La psicopatología en la infancia es tan amplia y
diversa como en adultos, sí.
S.F.: La escuela, es un lugar especialmente
adecuado para la observación del menor, al pasar en ella gran parte de su
tiempo, imagino que muchos de los casos que os llegan son derivados por
profesionales del ámbito educativo ¿cuáles suelen ser sus demandas y
preocupaciones?
E.A.: Sí. En el sistema sanitario en el que yo trabajo, gran
parte de la demanda es captada y derivada desde los centros educativos a través
del médico de atención primaria. Suelen orientar a las familias a solicitar
cita con nosotros cuando perciben alteraciones del ánimo, problemas
conductuales que van más allá de las aulas, cuando sospechan TDAH o problemas
familiares o relacionales.
S.F.: Los padres que acuden a consulta,
necesitarán de un apoyo adicional además del tratamiento del menor, encauzado a
solventar sus dudas, dar salida a su ansiedad y en los casos en los que sea
necesario, para reconocer y aceptar la enfermedad ¿cómo se atiende esta
demanda?
E.A.: Existen estilos y formas diferentes de organizar
las sesiones con los niños o jóvenes y sus familias. En mi caso, las sesiones
individuales o familiares varían en frecuencia y son conjuntas o
separadas en función de diversos factores: la demanda que trae el menor, la
demanda que trae la familia - que no tiene por qué coincidir - o la edad del
niño o adolescente.
S.F.: ¿Qué recomendaciones harías a aquellas
personas que bien basándose en la observación de la conducta, en la expresión
afectiva, tics, problemas de comunicación, déficits de atención, etc. sienten
que sus hijos o alumnos requieren de una intervención más concreta?
E.A.: Es difícil responder a esta pregunta
de forma global, habría que explorar cada caso o situación. Pero si hay dudas,
recomendaría consultar con un profesional de referencia ya sea el pediatra o el
orientador del centro educativo quienes pueden orientar a la necesidad o no de
acudir a un psicólogo clínico.
Con la recomendación de contactar siempre
con un profesional de la materia, no sólo buscando un tratamiento, si no
buscando consejo o solucionar dudas, despedimos a esta estupenda profesional,
con la sonrisa y positivismo con los que siempre nos recibe.
El reencuentro siempre será alentador en
sí mismo.
Tras unos meses de sequía, me he planteado
salir por un tiempo del desierto, y para ello me he aferrado cual náufrago a
una entrevista que me apetecía hacer desde hace mucho, pues en su protagonista
se aglutinan dos de las cualidades que más me reconfortan dentro del ámbito de
la psicología: capacidad de análisis e intuición.
Gemma Esther Atienza Rodríguez, pertenece al staff
facultativo del Complejo Hospitalario
Universitario de Albacete, psicóloga clínica, desarrolla su
intervención en el tratamiento directo de menores.
De este modo, me ha parecido muy
significativo poder contar con su experiencia, justo en el momento en el que
tras el primer trimestre del curso escolar, muchos padres han sido llamados a
participar en tutorías en las que se les ha podido advertir del bajo desempeño
académico de sus hijos, o bien se les han trasladado, cambios decisivos en la
conducta del menor, falta de interés, apatía, etc.
Ante esta situación, la desesperación, la
falta de información en el ámbito de la salud mental de menores, y la soledad,
provocan el desánimo en las familias, que muchas veces no saben a quién
recurrir.
Aprovechamos pues esta entrevista, para
profundizar algo más en este campo, y para conocer de primera mano la
experiencia de esta psicóloga clínica, psicoterapeuta gestalt y profesional de
referencia para decenas de familias.
S.F.: ¿Cuáles fueron tus primeros contactos con
la psicología infantil y por qué captó tu atención un campo tan complejo para
la intervención – ya que ha de conllevar la aceptación y compromiso de las
familias-?
E.A.: Mi primer contacto con la salud mental infanto-juvenil,
fue durante la residencia de la especialidad clínica al rotar por una USMIJ y
desde el principio decidí que era con los niños y jóvenes y el abordaje con sus
familias con lo que yo quería continuar trabajando, precisamente por la
complejidad y riqueza que implica. Luego tuve la suerte de ser contratada como
sustituta en la USMIJ de Albacete y posteriormente mantuve mi plaza allí.
S.F.: A la hora de intervenir con menores, en un
campo tan sensible, sabemos de muchos profesionales que temen la “etiquetación”
y que se decantan por una evaluación más extensa frente a la categorización
concreta de la patología. Desde tu punto de vista ¿qué miedos suele tener el
profesional? ¿son distintos a la hora de intervenir con adultos? ¿la presencia
familiar a la hora de comunicar el resultado de la evaluación es una barrera
más a superar?
E.A.: Creo que hay diferencias en el posicionamiento
que los profesionales clínicos toman ante la categorización y diagnóstico con
menores en salud mental. Desde mi punto de vista, el diagnóstico siempre ha de
tenerse en cuenta, sin perder la amplitud y globalidad de aspectos
individuales, relacionales y circunstanciales que acompañan a cada caso.
Diagnosticar no tiene por qué implicar etiquetar siempre que se sea cauteloso
con la devolución que se realiza y en qué momento se realiza.
S.F.: Si hablamos de datos, un estudio reciente
sitúa los trastornos mentales de la infancia en el tercer lugar de prevalencia
respecto a las principales patologías que acusa la población española de entre
0 y 15 años. Así, se dibuja un escenario de casos, cuyo número es relevante y
que frente a otras patologías sigue en aumento ¿qué sensación te produce este
hecho?
E.A.: Desconozco datos actuales numéricos pero es
fácil observar en la cotidianidad de la consulta el aumento de la demanda. Hay
distintas hipótesis de cuáles son los aspectos que subyacen a ello y es
francamente complejo ya que si hablamos de salud mental se ponen en juego
múltiples factores (sociales, culturales, etc.) .Vivimos en constante cambio y
eso implica cambios también en la forma de ejercer la parentalidad,
la vivencia de los profesionales en contacto con la infancia de lo que es
patología y lo que no, la identidad que la sociedad da a la infancia y a
la adolescencia, etc.
S.F.: Algunos de los trastornos que se enumeran
en las consultas de salud mental infantil, son reacciones al estrés grave y a
trastornos de adaptación, alteraciones de conducta, episodios depresivos,
alteraciones hipercinéticas, ansiedad, etc. ¿Se corresponde este dato con tu
experiencia profesional en consulta?
E.A.: La psicopatología en la infancia es tan amplia y
diversa como en adultos, sí.
S.F.: La escuela, es un lugar especialmente
adecuado para la observación del menor, al pasar en ella gran parte de su
tiempo, imagino que muchos de los casos que os llegan son derivados por
profesionales del ámbito educativo ¿cuáles suelen ser sus demandas y
preocupaciones?
E.A.: Sí. En el sistema sanitario en el que yo trabajo, gran
parte de la demanda es captada y derivada desde los centros educativos a través
del médico de atención primaria. Suelen orientar a las familias a solicitar
cita con nosotros cuando perciben alteraciones del ánimo, problemas
conductuales que van más allá de las aulas, cuando sospechan TDAH o problemas
familiares o relacionales.
S.F.: Los padres que acuden a consulta,
necesitarán de un apoyo adicional además del tratamiento del menor, encauzado a
solventar sus dudas, dar salida a su ansiedad y en los casos en los que sea
necesario, para reconocer y aceptar la enfermedad ¿cómo se atiende esta
demanda?
E.A.: Existen estilos y formas diferentes de organizar
las sesiones con los niños o jóvenes y sus familias. En mi caso, las sesiones
individuales o familiares varían en frecuencia y son conjuntas o
separadas en función de diversos factores: la demanda que trae el menor, la
demanda que trae la familia - que no tiene por qué coincidir - o la edad del
niño o adolescente.
S.F.: ¿Qué recomendaciones harías a aquellas
personas que bien basándose en la observación de la conducta, en la expresión
afectiva, tics, problemas de comunicación, déficits de atención, etc. sienten
que sus hijos o alumnos requieren de una intervención más concreta?
E.A.: Es difícil responder a esta pregunta
de forma global, habría que explorar cada caso o situación. Pero si hay dudas,
recomendaría consultar con un profesional de referencia ya sea el pediatra o el
orientador del centro educativo quienes pueden orientar a la necesidad o no de
acudir a un psicólogo clínico.
Con la recomendación de contactar siempre
con un profesional de la materia, no sólo buscando un tratamiento, si no
buscando consejo o solucionar dudas, despedimos a esta estupenda profesional,
con la sonrisa y positivismo con los que siempre nos recibe.
El reencuentro siempre será alentador en
sí mismo.